22.12.12

Blessed.


Maldita tu manía de colarte entre mis palabras y robármelas una a una con ese mar en calma.  Maldito tu mar por alborotar mi café, y maldito mi café por querer ser bebido por tus labios.  Malditos tus labios por susurrar azul en mis oídos. Malditos mis oídos por estremecerse en tu melodía. Maldita tu melodía por buscar los acordes en mis suspiros, y malditos tus suspiros por jugar con las ideas de mi pelo. Maldita la idea que tuvieron tus brazos de buscarme la primera vez. Maldita la primera vez que decidí que aquella cárcel era libertad.

Malditas mis ganas de no echarte de menos.
Malditas mis ganas de decirte que te quiero.

4.12.12

Lava.

Contó la sirena al viento
lo que el mar no quiso confesar,
que sus aguas buscaban la arena
de una dulce mañana de sal.

Volaron gaviotas de día
tejiendo redes al alba
con suaves estelas de deseo
que eran sus ojos de lava.

Susurró la sirena,
me arrulló el mar,
me perdí en la arena
y en tu sabor a sal.

Aleteó una gaviota,
que antaño cantaba
en suspiros de alma rota,
la sinfonía del alba.

Cuerpo plagado de estelas,
inocente mirada de estrellas,
certero deseo
de ojos de fuego,
mirada de incienso
y delicado «te quiero».

18.10.12

Mírame.

La pequeña fracción de segundo en que dos desconocidos intercambian una mirada. La primera y la última, o la primera de muchas.

Las chispas de una historia en color sepia. Las aristas de un par de canciones en verano. Un microclima del que sólo entienden las retinas y un latir que no comprende de la profundidad de sus pupilas. El fervor del viento y la eterna duda en su regazo. Voces intercaladas en ecos que rebotan y se entrelazan en su propia bipolaridad; que no saben si vienen o si van. Hojas de calendario indecisas. Guitarras que un día corearon su nombre y notas que cambiaron de cuerdas a las que cortejar.

La pequeña fracción de segundo en que dos conocidos intercambian una mirada. No dejes que lo que tuvo una primera, tenga también una última.

14.10.12

Deshaciendo nudos.

Tenía ganas de que lloviera, como siempre. De que la melancolía me cogiera en casa, en el salón, con una manta y una taza de chocolate entre las manos. Tenía ganas de que hoy el cielo me acompañara, y de que sus aguas me susurraran que estuviera tranquila. Que no pasaba nada. Que tal como ahora empapaban las baldosas, al día siguiente ya se habrían evaporado. 

Y es que el gris es así. Flota. Va y viene. A veces nos cala. Otras, nos coge en la cama. Pero se seca, se va. Nos deja su olor y lo sustituimos por canciones y el tamborilear de los dedos. Por sonrisas y un improvisado baile en el corazón.

Pero tal como ronda el gris, lo hace también el azul del cielo, el candente dorado del sol, y el húmedo verde de los árboles que madrugan. Flota, gris, flota, que yo dejaré los pies en la tierra.

8.10.12

Concierto para el alma.

No ser alto,
no ser bajo,
no ser gordo,
no ser flaco.

Saltar con cada verso,
raspar cada palabra,
acariciarlo como un beso
y no estar solo ante la nada.

Ser voz,
ser corazón,
ser alma,
no ser razón.

Lanzar el puño al aire
y que no replique nadie.
Gritar tus sentimientos
y que no se los lleve el viento.

Ser voz.
ser corazón,
ser alma,
ser canción.



4.10.12

Sistema Persolar.

Asomar la cabeza fuera de tu mundo y preguntarte por el de los demás. 

Escuchar su música, oler su perfume y leer su mirada cuando pasa a tu lado. Imaginar. Inventar. Volar hasta ellos y hurgar en el satélite de sus recuerdos. Acariciar cada cráter con el dedo. Descubrir en su bufanda un asteroide con nombre y apellidos, y en su trenza el amor del Sol. Que su pestañeo te susurre que ha llovido, y su órbita te grite que no le importa. Dejar que te despeinen sus vientos del sur, y que los del norte te dejen congelado. Tomar fotos del viaje. Y que nunca se te olvide.

Meter la cabeza de vuelta en tu mundo, y sembrar.

6.9.12

"¡Hostias!"

¿Y ahora quién me va a hacer a mí tus huevos fritos? ¿Y quién me va a comprar copas de chocolate y nata de ocho en ocho? ¿Quién me va a recordar cada vez que salga que "una buena patada en los cojones" es la mejor defensa? 

Qué suerte he tenido de disfrutarte dieciocho años. De que me llevaras al cole de la manita y de tu arte culinario. De que me cuidaras. De las mañanas en casa. De tu coquetería. De los plátanos en la cabeza. De tantos días de verano en los que te desordenaba el salón. De los trajes de princesa, los cumpleaños y las Navidades. De poder cuidarte. De tus plantas. De los fines de semana en el pueblo. De tus rulos. De los "vals" bajo la luz de lámpara. De nuestros juegos. De las cerezas como pendientes. De las tardes en casa. De tu energía y tu malhablar. 

Porque sí, yaya, desde mi posición parecías imbatible. Nada era rival. Eras fuerte y resuelta. Un vendaval frente a otro. Dueña de tu casa. Ama de tus plantas. Señora de tu cocina.

Tuviste fallos, y lo sabes, pero de eso va querer a alguien, ¿no? De hacerlo con todos sus aciertos pero también con todos sus errores. Y ya que los errores a estas alturas no valen para nada, tu mejor acierto ha sido ser madre de tus hijos, mujer de tu marido, y por lo que a mí respecta: mi abuela.

Te quiero.


5.8.12

El asesino...

Nada estaba como en su memoria. Nada estaba como lo había dejado, y de hecho, la primera culpable de todo aquello habían sido ella y su corazón de carbón.

Cuando volvió a posar sus pies sobre el olvido, digamos que su única presencia no era sino un recuerdo más, como las sillas vacías o los silenciosos peldaños de las escaleras. El problema era que ella dolía. Cada latido resultaba un martillazo a los ya de por sí débiles cimientos del respeto. Y digamos también, que si bien se sentía poderosa y reina de un destino, toparse de frente con la chimenea la hizo de nuevo esclava de sus actos y protagonista de un futuro vacío.

De repente, como un soplo de verano, perdió toda conciencia y el pasado le brindó escenas en sepia y calor. Mucho calor.

Vio unas manos.

Oyó un alarido.

Y sus propias carcajadas le taladraron el sinsentido.

Antes de que se diera cuenta se encontró sola, palpando a ciegas en busca de una voz perdida, y se tropezó con una superficie tan sucia como su atormentada existencia. Se dejó las uñas, las yemas y los nudillos en arañar... ¿quién sabe? ¿Un perdón? Pero no tuvo que suplicar durante mucho tiempo más.

No.

Las llamas llegaron primero. Y ésta vez vio sus brazos, oyó sus gritos, y escuchó mis carcajadas.

...siempre, siempre vuelve al lugar del crimen.

Propiedad de Samkale Bellacrux.

1.8.12

Llenar.

Llenar de poesía rincones vacíos, rincones sin risa,
y llenar con tu risa momentos vacíos y hacer poesía.

Llenar todo un verso con el sabor de tus besos y hacerlo sin prisa,
y con prisa buscar tu mirada, inventar otro verso y hacer poesía.

Llenar de latidos silencios hablados como una manía,
y convertir en manía rimar corazones y hacer poesía.

Llenar de poesía canciones que un día nos dieron la vida,
y cantar nuestra vida entre suaves acordes y hacer poesía.

30.7.12

A estas alturas...

Tantas campañas abogando por la igualdad de género, cultura, raza, sexualidad, clases sociales y demás diferencias, y en pleno S.XXI todavía hay personas que se creen superiores a los demás por poseer determinadas características o bienes. 

¿De verdad "nenaza" o "maricón" siguen siendo insultos? ¿De verdad se sigue creyendo que una persona negra sólo lleva navajas en los bolsillos? ¿De verdad en algunas autoescuelas se sigue cobrando más a las mujeres? ¿De verdad hay gente que continúa eligiendo sus amistades por la cantidad de dinero que tienen? ¿De verdad hay quien todavía se cambia de acera cuando ve un punk o un heavy? ¿De verdad? 

El simple hecho de que tengamos que concienciarnos de que de todo hay en el mundo y de que cada uno es diferente ya da qué pensar, aunque supongo que la balanza se equilibra con el deseo de mejora. El problema viene cuando alguien carece de esa ambición. Todos somos libres de pensar como nos dé la gana siempre y cuando nuestras opiniones no afecten a la dignidad de quienes están a nuestro alrededor, y eso se resume en "la libertad del individuo acaba donde empieza la libertad de los demás". 

Una desgracia no es haber nacido pobre, homosexual, sano, negro, mujer, gitano, flaco, soviético, gordo, chino, bisexual, rico, enfermo, o en las miles y miles de circunstancias en las que se puede nacer. La verdadera desgracia es enorgullecerse de excluir al resto y de con determinada edad no haber aprendido todavía a vivir en sociedad. La verdadera desgracia reside en pedir respeto por lo propio y no darte cuenta de que lo tuyo es también de los demás, y de que si no das, jamás recibirás. Qué fácil es decir "yo soy como soy" y no tolerar que las personas con las que vivimos también sean como son. 

Las campañas deberían concienciarnos pero no hacia quienes son diferentes a nosotros en cosas tan someras, sino hacia quienes se hacen ver integrados excluyendo a otros. Porque eso, le pese a quien le pese, también es violencia.

26.7.12

Al mejor postor.

Gritó cada palabra que había dentro de su ser y no hubo un pincel, un acorde o una claqueta que le dijera que no. Se le desgarró el corazón entre las manos y cayó cada punto y cada coma; cada verso y cada rima. Explotó los tímpanos del mundo callando lo que escondían las yemas de sus dedos y ocultaban sus párpados de primavera. Fue su último suspiro el mayor candado de las ruinas de un cuerpo vacío que se negaba a admitir su existencia. Había vendido su alma, sí, y el efectivo había sido el sentir. El modo de pago se adivinó en precarias ficciones que tallar en maderas de fácil gemir.

Todavía resuenan sus verdades calando su tinta en algún papel, y sus mentiras brillan dolidas en el membrete de una carta que arde sin destino y se firma con el mar que lo vigila.

Había vendido su alma, sí. Y el efectivo había sido el sentir.

14.7.12

Siguiente parada.

Intentaremos que suene convincente antes de que el reloj dé el "tac" definitivo. Volverán a existir el aire y el calor del sol, y nuestros pensamientos serán de nuevo azúcar de un sólo café.

Que no se note que nos importa el sonido del motor.

Miraremos hacia otro lado como si mañana fuéramos a aparecer en ese lugar que adoro los viernes y odio los domingos. Callaremos por costumbre lo que hemos dicho tantas veces sólo porque si por mí fuera me levantaría cada mañana en tu sábado. Y créeme que haríamos del reloj una calabaza que a las doce expulsara el último día de la semana. Embotellaremos una mirada y la soltaremos en el mar. A ver quién la encuentra o si vuelve a por más.

Que no se note que a veces el mundo sobra.

Liberaré tu banda sonora y volveré a encontrar la mía. De vez en cuando una tormenta nos dará un bofetón de recuerdo, de los que hacen sonreír aunque cale hasta los huesos. Lavaré los pinceles y extenderé otros colores, regresaré a mi lienzo aunque siga estorbándome el olor a gasolina. Y volveremos a navegar.

Tal vez algún día nos volvamos a encontrar.

12.7.12

Miau.

Deja que te explique que los bailes no están hechos para su corazón,
que su guitarra teje su alma y esa es su única razón.
Que desoye a la noche,
que actúa por pasión,
que el sonido de sus pasos es un triste colocón.

Que parece estar hecha de la brisa del monte,
y no es sino las brumas del mar al bostezar.
Que le escuece la sal,
que le cuesta creer,
y es el sol quien le tiene envidia cuando la ve enloquecer.

Deja que te explique que sus ojos son monedas de tierra mojada
y que no son sus tobillos los mayores sostenes de su canción,
que su voz lucha muda con la Luna,
y que esa sí que no es su cuna.
Que el tesoro de su mirada lo tiene un nocturno esquirol,
que el tesoro de su mirada, lo tiene el gato rock 'n' roll.

25.6.12

Acuarela.

«Hay personas a las que la vida les vive.»

Y yo sé perfectamente cómo no quiero morir. No quiero levantarme una mañana echando mano del bastón, llevándome una mano al costado, y dándome cuenta de que me he quedado en un banco comiendo pipas mientras los demás pasaban por delante de mí caminando, viviendo.

Que a mí no me tire un blues.

Que si algo me tiene que tirar, es la propia vida. Que si algo me tiene que tirar, que sea la impotencia de no abarcar el mar entero con los ojos; que sea la impotencia de no poder ver más allá del horizonte; que sean las ganas de ver qué me depara el siguiente. Que sea el murmullo de las copas de los árboles; que sean los tonos rojos del otoño en la montaña; que sea un bosque salvaje. Los momentos malos si son compensados con otros buenos. Los detalles, porque la vida está hecha de detalles. Pues que me tiren los detalles. Que me tire la adolescencia con su "hoy sí, mañana no"; con la montaña rusa del sentir. Que si algo me tiene que tirar, que sea mi propio mundo interior cuando ni siquiera yo lo entiendo; pero también cuando me acerco a ello. Que sea una tarde con alguien a quien quiero; que sea un paseo con mis amigos; que sea preguntarme cómo he tenido tanta suerte. Las lágrimas cuando algo no sale como espero, las carcajadas que hacen que me duela la tripa. Pues que me tiren las carcajadas. Que me tiren por la hierba y hagan que no pueda articular palabra. Risa. Sólo risa. Que si algo me tiene que tirar, que sea haber sentido demasiado y no haberme quedado corta. Que sea llorar por haber volado demasiado alto, pero por lo menos haber volado. Que sea pecar de pensamientos jóvenes antes que de hablar como si lo hubiera vivido todo demasiado pronto. Que sea levantarme temprano para escribir porque tengo las palabras en la cabeza gritándome para salir. Que sean los recuerdos de verano, de otoño, de invierno y de primavera. Que sea un mensaje a horas intempestivas porque alguien se acuerda de mí. Que sean una y mil sonrisas estúpidas. Que sean uno y dos mil errores de los que pueda aprender. Que sea la indecisión. Que sean las ganas de saber. Los sueños, las pasiones, las ilusiones. Pues que me tiren los sueños, las pasiones y las ilusiones. Que me tiren con toda su rabia, con toda su fuerza. Que me mareen. Que me hagan luchar. Que me obliguen a luchar. Que me tiren y me hagan trizas hasta obligarme a ponerme en pie. Que me recuerden una y otra vez que yo soy de las que caminan. Que yo soy de esas personas que hacen que pasen cosas. Que yo soy de esas personas que cuando se levantan por la mañana, no lo hacen sólo con el cuerpo, sino con el alma.

A mí que me tiren todos los colores.

Todos, menos el azul.

9.6.12

Qué bello es vivir.

De pequeña solía pensar que todas las historias que pasaban por mi cabeza habían ocurrido de verdad alguna vez. Aquí o allí, en ti o en mí, pero ciertas a fin de cuentas. Y por algún motivo, yo era quien debía contarlas para que todo el mundo se enterase, sobre todo mis amigos. Porque nosotros éramos los protagonistas de aquellos castillos, los jinetes de aquellos caballos y los mejores exploradores de Zaragoza. Todavía me recuerdo sentada en la mesa de la cocina cosiendo las páginas de nuestra nueva aventura. Ideando una portada, haciendo letras bonitas y rellenando los huecos de mis bloqueos con los dibujos más básicos que conocían mis manos.

Y qué bonito es escribir. Qué bonito es descubrir en tu mente escenas ajenas en blanco y negro, a color o en sepia; ser testigo de historias que no has vivido, ¿o sí?; de amores furtivos que no has protagonizado, ¿o sí? Qué bonito es ser testigo de conversaciones que sin decir nada, lo dicen todo; de esos gestos que sólo tú puedes contar; de esos secretos a media noche que sólo son confiados a tu papel, secretos de esos que se enmarañan en las líneas de tu cuaderno y los recovecos de tus recuerdos.

Qué maravilloso es leer un autor y darte cuenta al escribir de que eres la peor y más dulce de sus copias; cerrar un libro y tener ganas de superar lo que te ha mantenido en vilo. Qué maravilloso es soñar con tu primera obra en papel; con que alguien te diga que se ha visto dibujado en cada curva de cada letra de cada palabra de cada frase que tú has narrado. Qué maravillosa es la primera noche que te quedas hasta tarde sólo para escribir; o la primera en que te levantas con las pestañas todavía pegadas a horas intempestivas sólo porque acabas de tener una idea brillante. Esa misma idea que por la mañana no lo será tanto, pero esa misma idea por la que lucharás. Esa misma idea que otra noche cambiará de forma, pero esa misma idea que algún día impedirá incluso que te acuestes para convertirse en parte de ti.

Y qué increíble es encontrarse volando con cada línea que sale de tus dedos, y no sólo de tus dedos: de tu corazón. Y qué increíble es verse observando el mundo. Y qué increíble es poder decir "te quiero", pero de modo que jamás se le olvide. Y qué increíble es ver de otro color. Y qué increíble es descubrirse en cada párrafo o en cada verso. Darse cuenta de que tal vez no todo es inventado. Darse cuenta de que sentimos más de lo que creemos. Darse cuenta de que somos el coro de esa voz que dice "no te vayas, vuelve, quédate a mi lado"; de esa voz que pide perdón y a veces, los domingos, se hunde; pero también de esa voz que ríe a carcajadas hasta que le duele la tripa.

Y qué bonito es. Y qué maravillo es. Y qué increíble es.

Y qué bello es vivir.

2.6.12

Raro.

Pero mira que es raro.
Raro como tu fuerte voz,
raro como tu recuerdo,
raro como que pierdo el sueño.

Raro como el primer relámpago de junio,
raro como un té a media noche,
raro como este dulce diluvio,
raro como un poeta a las doce.

Y si me apuras,
raro como la madrugada,
como un viaje,
como esa triste mirada.
Como una alegre sonrisa,
como esto que llamamos vida.

¿Raro? Raro como la soledad,
como la inmensa compañía,
como ambas dos mezcladas,
como cosa tuya y cosa mía.

Raro como que me va lo raro,
raro como borrar el azul,
raro como no saber por dónde ando,
raro como que a mí me vas tú.

24.5.12

¡Buenos días!

She is lost in the middle of nowhere. Dressed in white as the loneliest soul, she walks in silence with the only rumour of her insecure steps. It smells like Autumn. It smells like hate. She has been thrown in wet brown and familiar orange, and now her little aura is a mixture of dead petrichor and the slow breathing of the forest. There is no sound, only the symphony of her eyes disturbs this alive depth. 

Suddenly, the darkness says hello with a creepy smile drew on its non-faced body. Leafs are not friends with the girl in white anymore, the wet floor has become her most revengeful enemy, her aura is full of branches and the petrichor is flooding her lungs. The forest is still breathing, but it is breathing the air she needs, the air she is asking for while her hair refuses to get gold again, while her eyes refuses to sing again, while that alive depth turns into dead emptiness.

Alarm.

And a little soft bear. And a singular laugh.
And a really bad feeling. And the remind of love.
It's the time. It's eight o'clock.


voguelovesme:

mcq by alexander mcqueen autumn/winter 2012-2013

14.5.12

Sí.

Llevo una hora sentada sobre la cama, esperando. Es el día, es la hora, y sin duda, es aquí. Apenas pestañeo, y con cada "tic", y después de cada "tac", mi corazón se acelera y mi sudor se vuelve más frío. Escucho el fluir de mi sangre acosando mis oídos, apagando cualquier otro sonido ajeno a esta burbuja de tensión.

Tic, tac, tic, tac...
Tic, tac, tic, TAC. —Y el reloj se detiene. Pero no el tiempo.

La bombilla del flexo estalla en pequeños trocitos de cristal que no dudan en dispersarse por el suelo para convertirlo en lugar vedado a mis desnudos pies. Mi cuerpo enmudece, y conmigo la noche. Se extiende un silencio tan frágil como intenso, tan pesado como acusador. La negrura se ha hecho con mi pequeña habitación, ahora las siluetas se han desdibujado, se mezclan unas con otras y rehuyen de mis aterrorizados ojos. Fijo la mirada al frente, y trato de reaprender a respirar, a ver y a escuchar. 

Y de repente la siento a mi lado. Mis pulmones son ahora inútiles. El sudor se vuelve helado y mi corazón grita lo que con mi voz no puedo. Se me nubla la mente, incluso la vista. Y aún con todo, puedo distinguir su decrépita sonrisa cosida con el hilo de la locura. Me llega el frío de sus inertes venas, y la putrefacción de su alma muerta mezclada con el de la mía, que pereció hace mucho tiempo. El dormitorio se vuelve pequeño y las paredes me susurran. Me susurran. Me susurran. Pero yo no las entiendo. Emito un gemido. Y otro. No los puedo controlar. Y lloro. Lloro presa del pánico y del incontenible balanceo en que me he convertido.

Una carcajada. El boom de un corazón joven.

Despierto tendida en algún lugar. Extiendo mis manos. Palpo. Derecha, izquierda, arriba y a los lados. No. No. No. Me he convertido en lo que un día construí: una muñeca de porcelana, tres fotos de un verano sangriento y la promesa de reunirnos, bajo una tablilla del parqué. 

No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. No. 

Sí.

10.5.12

Hasta los cojones.


Y hasta los cojones de su charlatanería,
de sus vicios, de su mala vida,
y hasta las cejas de sus canciones,
de sus ojos, de sus mudas alusiones.

Le agarré por la nuca
y le planté todos mis sueños,
los dulces y salados,
los buenos y los malos,
los que de noche no tienen dueño
y de día se vuelven pequeños.

Y me miró y le miré,
y bebí de aquel café,
de su amargura,
de su mala vida,
de su charlatanería,
de sus canciones,
de sus mudas alusiones.

Soltó una leve carcajada,
melodía suavemente arrancada,
me agarró de la cintura
y susurró: «ahora o nunca».

6.5.12

En absoluto.

No hay derecho. ¿A qué? A que millones de chicas se levanten cada mañana a disgusto con su cuerpo. No hay derecho a que controlen cada gramo que sube o baja de la báscula, ni a que sus matemáticas se reduzcan al cálculo de calorías por alimento. No hay derecho a que pierdan el las ganas de ir a la piscina o salir con sus amigas. A que se sientan "la amiga fea", o "la amiga gorda". No hay derecho a que los domingos se enfunden ropa ancha porque ni siquiera ellas quieren adivinarse entre la tela. A que comer se convierta en un suplicio, en algo malo. A pasar hambre. No hay derecho a que cada mañana tengan miedo a desayunar porque su vientre plano desaparecerá cuando lo hagan. A compararse con cada chica que ven por la calle. A querer ser otra. No hay derecho a que no se compren esa camiseta que tanto les gusta porque "saben" que les va a quedar mal. A que analicen cada parte de su cuerpo en el espejo y diagnostiquen error en cada curva. No, no hay derecho. No lo hay.

Chicas, no sois somos algo que mirar, somos algo que admirar. No hagas de ti un número, porque no lo eres. Eres tus experiencias, tus dibujos, tus sonrisas y tus lágrimas, eres tu color favorito; eres tu música, tu perfume; eres el libro que más te ha marcado, tu película preferida, tu más vívido recuerdo de infancia; eres tus días de primavera, verano, otoño e invierno; eres tus sueños, los cumplidos y los que están en camino. 

¿Tú? Tú eres preciosa.


Y ahora no te quedes ahí parada, ve a comerte una galleta. O dos. O el paquete entero. Porque no hay derecho.

29.4.12

Pero no le importa.

Cielo y mar son sólo uno. Se han fundido en esta noche inconclusa que grita en silencio su nombre sin nombre. Las olas juegan, furtivas, con sus pies de porcelana, y se cuelan con descaro entre los huecos de sus dedos. Ella da un paso hacia delante con aterradora firmeza, y Poseidón se toma su cristalina rebeldía como el inicio de un consentido duelo de deseos descarnados cada día al alba.

El agua acaricia sus piernas arriba y abajo, decidiéndose, y con las manos juguetea con su sal. Ella tiene la noche en sus palmas, y la noche la tiene a ella en su alma. Y lo saben, y se saben, y son viejos amigos, y son nuevos desconocidos.

Un paso más, y el cielo se vuelve loco con los latidos de su corazón. Las estrellas esculpen su cadera, se hunden en su ombligo y reflotan en su cintura con ansia y violencia. Ya no reparan en el vaivén de sus brazos, ni en el peligroso bamboleo de su cuerpo. La Luna se dispersa y se entrelaza en su pecho, en la delicada línea de sus hombros, y disfruta de sus labios, de su nariz, de sus oídos, de sus párpados y pestañas, de su arremolinado pelo... y la engulle. Se la traga.

Entrega su yo a ese uno. Se deja mecer. Se deja envolver. Se deja susurrar. Se deja jugar. Se deja. Se deja. Se deja... Y de repente: mira. 

Y se ve sumergida en la profundidad de sus ojos.

17.4.12

María Cristina me quiere gobernar.

Eso me cantabas siempre desde que era una niña. "María Cristina me quiere gobernar... y yo le sigo, le sigo la corriente..." No tengo un sólo recuerdo de mi infancia en el que no aparezcas. La cocina, el sol entrando por la ventana, y tú como una torre muy grande. Con barriga y voz de ultratumba, pero torre. Luego crecí y vi que tenías cuatro pelos, literalmente. A lo Homer Simpson. Solías hablar muy alto y quejarte de todo el mundo en lo que a política se refería, aunque todos sabemos de qué pie cojeabas. Acaparabas la estufa. Recuerdo perfectamente tu "te voy a tirar la alpargata, joía loca". Las manos siempre a la espalda. Rondabas la cocina todos los días a la una menos cuarto por inercia. Las películas de vaqueros y el teletexto. "La cosa más bonita del mundo". El trocico de tarta. El poner la mano tú cuando me daban la propina a mí. Tu sonrisa. Tus carcajadas. Tus abrazos.

Al menos viviste. Mejor o peor, pero lo hiciste. Cometiste errores, como hacemos todos, que a fin de cuentas, de eso va la vida. Cumpliste sueños. Viajaste. Te enamoraste. Tuviste hijos. Y nietas.

Y ahora descansas. Tú y todos. Pero sobretodo tú, que vaya trajín. No quiero quedarme con el recuerdo de tus últimos días. Pero jamás olvidaré cómo sin apenas fuerzas apretaste mi mano con las pocas que te quedaban, y me dijiste tantas cosas en sólo una mirada. Una. Y te dije que te quería. Y te quiero.


11.4.12

Amenázame con una hoja en blanco.

Amenázame con una hoja en blanco. Vamos, hazlo. No sé quién saldrá ganando o perdiendo, si tú, yo, o tal vez los dos. Vamos, rétame con esa sonrisa de suficiencia o con esos ojitos de cordero degollado. Rétame con tu voz de terciopelo, o con tus gélidas palabras hirientes. Pero hazlo.

Escribiré cada letra al ritmo de mi joven corazón; cada palabra con el calor que tu aliento desprende bajo las sábanas; cada frase con el recuerdo de tu voz clavado en mis iris marrones. Y ten por seguro que entonces robaré tu corazón, tu calor y tu sonido. Y ni mis latidos serán los de siempre, ni tu respiración me acariciará igual, ni nuestros ojos bailarán de la misma manera.

Vuelve a hablarme. Vuelve a ignorarme. Vuelve a sentirme. Vuelve a eludirme. Vuelve a besarme. Vuelve a mentirme. Vuelve a enamorarme.

Amenázame con una hoja en blanco. Vamos, hazlo. Y sorpréndete con el resultado. Pero hazlo.

8.4.12

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++++++. Perfecto. Ese es el volumen que necesitas. El que hace que tu única preocupación sea la historia que cuenta esa canción, y no la tuya. El que hace que el exterior enmudezca, y con él tu malestar. El que hace que el mundo aligere su peso sobre ti. Porque cuando te sientes solo, roto, débil, cuando sientes que no eres suficiente, cuando sólo tienes ganas de gritar, la música grita contigo. Ella se acondiciona al ritmo de tu corazón y siente como tú sientas. Y puebla tu soledad, y colorea lo que ha quedado en ese triste recuerdo en blanco y negro recién salido de una Polaroid.

Chilla otra vez. Berrea. Siéntete todo lo mal que quieras. Húndete con la guitarra como compañera. Pero luego salta, respira, siente y ríe, que el mundo ya pesa demasiado con sus juegos sobre tus hombros adolescentes.

En definitiva: vive. Porque si cantas con la música, la vida cantará contigo.

26.3.12

Viaje de ida.

Las piedras se clavaban en la suela de sus zapatos nuevos con cada nueva pisada en el duro suelo, y pese a lo destrozados que podrían quedar después de aquella desesperada carrera, a ella no le importaba en absoluto. De hecho, era lo último que tenía en mente en aquel instante. Dio un salto y se enganchó de la parte de atrás de la camioneta con toda la fuerza con que le fue posible y se sorprendió a sí misma al hallarse cogida con total seguridad aún con todas las sacudidas de ésta.

—¡Joder, María Victoria! ¡No hagas tonterías, coño! -se quejó un muchacho de raídas ropas y gorra marrón que se acercó con urgencia hacia la muchacha- ¡bájate! ¡Bájate o te harás daño!
—¡No! ¡No quiero! ¡Escúchame! -pidió mientras el chico la tomaba por las muñecas para darle mayor estabilidad y evitar una posible caída.

Él giró medio cuerpo visiblemente mosqueado, y ella rezó por que no se le rasgara el abrigo azul con algún gancho de los que sobresalían.

—¡Nicolás! ¡Para el camión un momento, Nicolás!

Dicho y hecho. El motor cesó de sonar y el tembleque paró. Ahora se oían los gritos de las amigas: "¡estás loca! ¡Podrías haberte matado!"; y las preguntas de los compañeros: "¿qué pasa, Rafael?¿Por qué paramos?" Pero ninguno de los dos escuchaban ninguna de aquellas voces, sólo la que provenía de quien tenían en frente.

—Llévame contigo -casi suplicó la chica- llévame contigo a Francia. -Tan pronto como pronunció esas palabras, los anchos hombros de él se dejaron caer, abatidos. Ahora podía contemplar con calma cómo aquel sol que no calentaba ahondaba en la piel morena del joven resaltando las heridas de sus trabajadas manos y las curvas de los músculos de sus brazos, y cómo acariciaba su recta nariz y anguloso mentón.

Él alzó la mirada y ella se vio reflejada en su iris color café. 

—Que no, María Victoria, que no.
—Pero, ¿por qué no?
—Porque ésta no es tu lucha.
—¿Que no es mi lucha? -suspiró. Una ráfaga de viento revolvió los mechones sueltos de su cabello castaño, recogido en un recatado moño y tornó sus mejillas rosadas. Le miró con el mar agitado.
—Esto es peligroso para ti.
—¿Y para ti no?

Él chasqueó la lengua.

—¿Y qué dirá de ti tu familia? Éste no es tu bando.

Y ella estalló.

—A ver si te das cuenta de una vez, maldita sea. Que me da igual qué pienses tú o qué piense yo y lo opuesto que pueda ser. Que yo te quiero a ti, no a una bandera, ¿te enteras? -y para entonces las lágrimas desbordaban ya precipitándose por sus mejillas al ritmo de su corazón, que latía desbocado en su pecho.

Rafael no dijo nada, no podía. Tomó el rostro de la muchacha entre sus manos y lo acercó al suyo hasta besarla con pasión, con locura, con amor. Con ese amor que nunca había entendido y siempre había tratado de frenar. Con ese amor del que siempre le hablaron y nunca comprendió. Con ese amor que sabía que sólo sería capaz de entregar a María Victoria...

—Sube, ma princesse.

...que iba a arriesgar su vida entera por él.

11.3.12

Stolen.


Corro, corro sin parar. Tengo las mejillas humedecidas por las lágrimas, pero no puedo concentrarme en eso ahora. Las ramas parecen multiplicarse a mi paso. Esto antes era más fácil, ahora sólo me llevo mis quejidos y decenas de arañazos por todas partes. Paro un segundo con el corazón a punto de estallar, trato de escuchar con atención pero sólo recibo tupidos “tu-tum” en mis oídos. No, ya no los oigo aullar, pero…

Una lágrima.

Corro, corro sin parar. Están cerca de mí. Oigo sus botas recias partiendo las hojas secas del invisible camino trazado por mis pies. Ya no me molesto en apartarme de las prolongaciones de los árboles y arbustos, me limito a extender las manos. Aunque ¿para qué mentir? No sirve de nada, me llevo los latigazos igualmente.

Un árbol. El árbol. Ya falta poco. Me miro los brazos fugazmente y sólo veo zonas rojas, y algo de sangre. Me pica, me escuece. Y la pantorrilla derecha ha debido intercambiar opiniones con las ortigas. Estoy tentada de soltar cuarenta improperios hacia mis persecutores por hacerme pasar por todo esto, pero perdería demasiada saliva en contarles algo que ya saben.

Casi sin aliento, reúno fuerzas pese al sudor, a lo enredado que resulta mi pelo en este preciso instante, a las heridas, y al dolor de mi corazón, y en poco tiempo trepo por el recio tronco del árbol convertida en la ardilla que siempre fui. Una vez arriba deseo poder mofarme de ellos y de sus carcasas blancas, pero cuando mis patitas delanteras alcanzan la cadena de plata y la pequeña medalla con su nombre grabado al dorso, se me viene el mundo encima.

Un mundo que un día fue suyo y mío. Un mundo que un día fue nuestro.

27.2.12

Timeline.

Saboreo tu dulce mirada como la más suave melodía de primavera. Y tu tacto oscuro pasa desapercibido a mi abotargado olfato. Te oigo y me oyes. Te escucho, y de repente soy humo. Tus alas ya no son de viento, se han convertido en un pesado amasijo de almas; almas que un día tuvieron ilusiones verdes; almas que un día fueron canción. ¿Tus palabras? Tus palabras ya no son de cristal; tus palabras son  de seca amargura, de fría traición, de triste poema ahogado bajo tierra.

Y yo. ¿Qué fui yo? Fui el verso que un día atravesó tu corazón. El punto y la coma que quisiste desterrar. Y yo. ¿Qué soy yo? Soy tu rencor de verano, tu suspiro de otoño, tu frustración de invierno.

Y yo. ¿Qué seré yo? Seré tu odio y también tu amor.

6.2.12

Quiero enamorarme.

¿Sabes? Hoy he decidido que quiero enamorarme. ¿Qué te parece? Imagino que una tontería… pero hacía tiempo que lo necesitaba. El pensar en una persona a cada momento, olvidando dónde estás y qué es real o imaginado. El ilusionarte por las más simples palabras o los más tontos detalles, solo porque vienen de esa persona especial. La verdad, no busco algo correspondido, o no por ahora al menos. Sería demasiada suerte tratándose de mí, ya que últimamente ésta no me ha querido acompañar. Asique busco algo unilateral, ¿entiendes? Solo existente por mi parte y en mí misma. Porque he decidido que quiero enamorarme, de la misma forma, que he decidido que tienes que ser tú de quien lo haga.
                                                                                                                                             -A

No, hoy no es Synesthesia, hoy es "A".

26.1.12

Anochece.

Un rostro blanquecino que sucumbe al paso de los años en forma de arrugas y esa casi permanente barba de tres días. Rostro inexpresivo, las manos en el regazo, los ojos de quien ha perdido la ilusión; de quien parece creer que la vida ya no tiene nada que enseñarle; de quien parece creer que ya nada puede sorprenderle; labios  tensos que rehúsan cambiar de posición, voz quebrada entre acordes anodinos de quien parece no saber lo que la vida puede ofrecer; de quien parece no saber lo que pierde. A veces dejas caer una sonrisa de soslayo, y dura, y dura, pero me cuesta arrancártela mucho más que antes, cuando tenías luz, la misma que se va apagando poco a poco y de manera irremediable; la misma luz brillante que ya sólo disfruto en fotos; la misma luz brillante que ya queda allá a lo lejos...

...la misma luz brillante de la que casi no me acuerdo.

19.1.12

Supongamos.

Supongamos que no vi su sombra oscura recortada en la noche esperándome en la esquina. Supongamos que tampoco fui partícipe de aquella mirada sedienta y de sus paulatinos pasos que acudían a mi encuentro. Supongamos también entonces, que yo no llevaba el cabello recogido en un elegante moño italiano con el único objetivo de facilitar las cosas. Supongamos que no sentí el frío contacto de su piel a través del chal que me cubría los hombros y parte de los brazos. Y supongamos, por último, que tampoco sentí cómo sus colmillos se clavaban en mi cuello con ansia, y que no succionaba como si llevara un mes sin probar el mejor rubí líquido de la ciudad; que no le resultó el mejor banquete; que no se pasó la lengua por la comisura de los labios para terminar con la última gota de sangre, de mi sangre; que no caí desfallecida en sus brazos; que no me dejó tirada en mitad de aquella fría acera con la noche como compañera.

Supongamos todo esto, supongamos que me quería.