6.9.12

"¡Hostias!"

¿Y ahora quién me va a hacer a mí tus huevos fritos? ¿Y quién me va a comprar copas de chocolate y nata de ocho en ocho? ¿Quién me va a recordar cada vez que salga que "una buena patada en los cojones" es la mejor defensa? 

Qué suerte he tenido de disfrutarte dieciocho años. De que me llevaras al cole de la manita y de tu arte culinario. De que me cuidaras. De las mañanas en casa. De tu coquetería. De los plátanos en la cabeza. De tantos días de verano en los que te desordenaba el salón. De los trajes de princesa, los cumpleaños y las Navidades. De poder cuidarte. De tus plantas. De los fines de semana en el pueblo. De tus rulos. De los "vals" bajo la luz de lámpara. De nuestros juegos. De las cerezas como pendientes. De las tardes en casa. De tu energía y tu malhablar. 

Porque sí, yaya, desde mi posición parecías imbatible. Nada era rival. Eras fuerte y resuelta. Un vendaval frente a otro. Dueña de tu casa. Ama de tus plantas. Señora de tu cocina.

Tuviste fallos, y lo sabes, pero de eso va querer a alguien, ¿no? De hacerlo con todos sus aciertos pero también con todos sus errores. Y ya que los errores a estas alturas no valen para nada, tu mejor acierto ha sido ser madre de tus hijos, mujer de tu marido, y por lo que a mí respecta: mi abuela.

Te quiero.