9.3.14

Cualquier cala.

Supongo que lo mejor fue no planearte; no pensarte; no creerte siquiera cuando te vi por primera vez. Supongo que lo mejor fue no imaginarte en las aguas de un mar en calma que yo no encontraba.

Fueron varias mañanas en las que nuestros ojitos se perdieron en la línea que separaba lo visible de lo imaginable, el cielo del agua, lo cierto de lo menos tangible. Cada cabecita se perdía en su cielo, en su agua, en lo que creía cierto y en lo que no podía tocar. La arena entre los dedos de los pies era la mejor caricia cuando nada más podía saciar nuestras miradas no tan alegres, nuestras sonrisas no tan visibles.

Supongo que lo mejor, amor, fue la sorpresa de encontrarnos planeando, pensándonos, creyéndonos por vez primera y tantas veces como vinieran. Supongo que lo mejor fue imaginarnos como las aguas de un mar vivo donde serte, serme y sernos.

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