La misma Luna nos
alumbró ahora que entonces
los ceños
fruncidos
e inciertos
perdones.
Matamos al lobo
con la plata
a la derecha de los
corazones,
a sus fruncidos
arrepentimientos,
a sus inciertos
perdones.
Matamos al lobo
con la plata
que gira como
nosotros giramos
cuando la luna
alumbra con ganas
las frentes que
juntan los labios.
La misma luna nos
alumbró ahora que entonces
sonriendo codo
con codo
lo más ciertos perdones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario