Saboreo tu dulce mirada como la más suave melodía de primavera. Y tu tacto oscuro pasa desapercibido a mi abotargado olfato. Te oigo y me oyes. Te escucho, y de repente soy humo. Tus alas ya no son de viento, se han convertido en un pesado amasijo de almas; almas que un día tuvieron ilusiones verdes; almas que un día fueron canción. ¿Tus palabras? Tus palabras ya no son de cristal; tus palabras son de seca amargura, de fría traición, de triste poema ahogado bajo tierra.
Y yo. ¿Qué fui yo? Fui el verso que un día atravesó tu corazón. El punto y la coma que quisiste desterrar. Y yo. ¿Qué soy yo? Soy tu rencor de verano, tu suspiro de otoño, tu frustración de invierno.
Y yo. ¿Qué seré yo? Seré tu odio y también tu amor.