Corro, corro sin parar. Tengo las mejillas humedecidas por las lágrimas, pero no puedo concentrarme en eso ahora. Las ramas parecen multiplicarse a mi paso. Esto antes era más fácil, ahora sólo me llevo mis quejidos y decenas de arañazos por todas partes. Paro un segundo con el corazón a punto de estallar, trato de escuchar con atención pero sólo recibo tupidos “tu-tum” en mis oídos. No, ya no los oigo aullar, pero…
Una lágrima.
Corro, corro sin parar. Están cerca de mí. Oigo sus botas recias partiendo las hojas secas del invisible camino trazado por mis pies. Ya no me molesto en apartarme de las prolongaciones de los árboles y arbustos, me limito a extender las manos. Aunque ¿para qué mentir? No sirve de nada, me llevo los latigazos igualmente.
Un árbol. El árbol. Ya falta poco. Me miro los brazos fugazmente y sólo veo zonas rojas, y algo de sangre. Me pica, me escuece. Y la pantorrilla derecha ha debido intercambiar opiniones con las ortigas. Estoy tentada de soltar cuarenta improperios hacia mis persecutores por hacerme pasar por todo esto, pero perdería demasiada saliva en contarles algo que ya saben.
Casi sin aliento, reúno fuerzas pese al sudor, a lo enredado que resulta mi pelo en este preciso instante, a las heridas, y al dolor de mi corazón, y en poco tiempo trepo por el recio tronco del árbol convertida en la ardilla que siempre fui. Una vez arriba deseo poder mofarme de ellos y de sus carcasas blancas, pero cuando mis patitas delanteras alcanzan la cadena de plata y la pequeña medalla con su nombre grabado al dorso, se me viene el mundo encima.
Un mundo que un día fue suyo y mío. Un mundo que un día fue nuestro.
Es un fragmento de algo más grande, ¿no?. ¿Has pensado escribir algo con más acción?, porque mola pero me parece que te has quedado a medias x)
ResponderEliminar¡Síguelo!
No, no es fragmento de algo más grande. Simplemente me ha salido así... pero sí me he planteado hacer algo con este texto en concreto en un futuro, cuando acabe lo que tengo entre manos ^^ ¡y gracias por comentar! :D
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