17.4.12

María Cristina me quiere gobernar.

Eso me cantabas siempre desde que era una niña. "María Cristina me quiere gobernar... y yo le sigo, le sigo la corriente..." No tengo un sólo recuerdo de mi infancia en el que no aparezcas. La cocina, el sol entrando por la ventana, y tú como una torre muy grande. Con barriga y voz de ultratumba, pero torre. Luego crecí y vi que tenías cuatro pelos, literalmente. A lo Homer Simpson. Solías hablar muy alto y quejarte de todo el mundo en lo que a política se refería, aunque todos sabemos de qué pie cojeabas. Acaparabas la estufa. Recuerdo perfectamente tu "te voy a tirar la alpargata, joía loca". Las manos siempre a la espalda. Rondabas la cocina todos los días a la una menos cuarto por inercia. Las películas de vaqueros y el teletexto. "La cosa más bonita del mundo". El trocico de tarta. El poner la mano tú cuando me daban la propina a mí. Tu sonrisa. Tus carcajadas. Tus abrazos.

Al menos viviste. Mejor o peor, pero lo hiciste. Cometiste errores, como hacemos todos, que a fin de cuentas, de eso va la vida. Cumpliste sueños. Viajaste. Te enamoraste. Tuviste hijos. Y nietas.

Y ahora descansas. Tú y todos. Pero sobretodo tú, que vaya trajín. No quiero quedarme con el recuerdo de tus últimos días. Pero jamás olvidaré cómo sin apenas fuerzas apretaste mi mano con las pocas que te quedaban, y me dijiste tantas cosas en sólo una mirada. Una. Y te dije que te quería. Y te quiero.


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