A veces es como caminar en una vida ajena de la que he formado parte pero de la que no soy propietaria. Es extraño ver cómo los sofás tienen vuestra forma pero ya no estáis ahí. Cómo la casa tiene vuestra esencia, pero ya no la alimentáis. Cómo las paredes hablan de vosotros, pero ya no se oye vuestra voz.
«—¡Es la niña! —¡Ay, mi nieta, quita, que voy!»
Da igual cuántas veces limpies o cuántas cosas tires, ¿no? Cuando has llevado gafas durante mucho tiempo, al quitártelas todavía las sientes resbalar, y todavía llevas un dedo al puente de la nariz para colocarlas en su lugar. Las personas son así. Las sentimos cuando se han ido. Perduran sin darnos cuenta. Las buscamos sin querer. Las vemos donde no están y viven tanto como lo hagan los recuerdos.
«¿Te acordarás de nosotros?»
...a veces, incluso yo creo ser un recuerdo.
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