29.4.12

Pero no le importa.

Cielo y mar son sólo uno. Se han fundido en esta noche inconclusa que grita en silencio su nombre sin nombre. Las olas juegan, furtivas, con sus pies de porcelana, y se cuelan con descaro entre los huecos de sus dedos. Ella da un paso hacia delante con aterradora firmeza, y Poseidón se toma su cristalina rebeldía como el inicio de un consentido duelo de deseos descarnados cada día al alba.

El agua acaricia sus piernas arriba y abajo, decidiéndose, y con las manos juguetea con su sal. Ella tiene la noche en sus palmas, y la noche la tiene a ella en su alma. Y lo saben, y se saben, y son viejos amigos, y son nuevos desconocidos.

Un paso más, y el cielo se vuelve loco con los latidos de su corazón. Las estrellas esculpen su cadera, se hunden en su ombligo y reflotan en su cintura con ansia y violencia. Ya no reparan en el vaivén de sus brazos, ni en el peligroso bamboleo de su cuerpo. La Luna se dispersa y se entrelaza en su pecho, en la delicada línea de sus hombros, y disfruta de sus labios, de su nariz, de sus oídos, de sus párpados y pestañas, de su arremolinado pelo... y la engulle. Se la traga.

Entrega su yo a ese uno. Se deja mecer. Se deja envolver. Se deja susurrar. Se deja jugar. Se deja. Se deja. Se deja... Y de repente: mira. 

Y se ve sumergida en la profundidad de sus ojos.

17.4.12

María Cristina me quiere gobernar.

Eso me cantabas siempre desde que era una niña. "María Cristina me quiere gobernar... y yo le sigo, le sigo la corriente..." No tengo un sólo recuerdo de mi infancia en el que no aparezcas. La cocina, el sol entrando por la ventana, y tú como una torre muy grande. Con barriga y voz de ultratumba, pero torre. Luego crecí y vi que tenías cuatro pelos, literalmente. A lo Homer Simpson. Solías hablar muy alto y quejarte de todo el mundo en lo que a política se refería, aunque todos sabemos de qué pie cojeabas. Acaparabas la estufa. Recuerdo perfectamente tu "te voy a tirar la alpargata, joía loca". Las manos siempre a la espalda. Rondabas la cocina todos los días a la una menos cuarto por inercia. Las películas de vaqueros y el teletexto. "La cosa más bonita del mundo". El trocico de tarta. El poner la mano tú cuando me daban la propina a mí. Tu sonrisa. Tus carcajadas. Tus abrazos.

Al menos viviste. Mejor o peor, pero lo hiciste. Cometiste errores, como hacemos todos, que a fin de cuentas, de eso va la vida. Cumpliste sueños. Viajaste. Te enamoraste. Tuviste hijos. Y nietas.

Y ahora descansas. Tú y todos. Pero sobretodo tú, que vaya trajín. No quiero quedarme con el recuerdo de tus últimos días. Pero jamás olvidaré cómo sin apenas fuerzas apretaste mi mano con las pocas que te quedaban, y me dijiste tantas cosas en sólo una mirada. Una. Y te dije que te quería. Y te quiero.


11.4.12

Amenázame con una hoja en blanco.

Amenázame con una hoja en blanco. Vamos, hazlo. No sé quién saldrá ganando o perdiendo, si tú, yo, o tal vez los dos. Vamos, rétame con esa sonrisa de suficiencia o con esos ojitos de cordero degollado. Rétame con tu voz de terciopelo, o con tus gélidas palabras hirientes. Pero hazlo.

Escribiré cada letra al ritmo de mi joven corazón; cada palabra con el calor que tu aliento desprende bajo las sábanas; cada frase con el recuerdo de tu voz clavado en mis iris marrones. Y ten por seguro que entonces robaré tu corazón, tu calor y tu sonido. Y ni mis latidos serán los de siempre, ni tu respiración me acariciará igual, ni nuestros ojos bailarán de la misma manera.

Vuelve a hablarme. Vuelve a ignorarme. Vuelve a sentirme. Vuelve a eludirme. Vuelve a besarme. Vuelve a mentirme. Vuelve a enamorarme.

Amenázame con una hoja en blanco. Vamos, hazlo. Y sorpréndete con el resultado. Pero hazlo.

8.4.12

Music Player ► ▌▌ █▌

++++++. Perfecto. Ese es el volumen que necesitas. El que hace que tu única preocupación sea la historia que cuenta esa canción, y no la tuya. El que hace que el exterior enmudezca, y con él tu malestar. El que hace que el mundo aligere su peso sobre ti. Porque cuando te sientes solo, roto, débil, cuando sientes que no eres suficiente, cuando sólo tienes ganas de gritar, la música grita contigo. Ella se acondiciona al ritmo de tu corazón y siente como tú sientas. Y puebla tu soledad, y colorea lo que ha quedado en ese triste recuerdo en blanco y negro recién salido de una Polaroid.

Chilla otra vez. Berrea. Siéntete todo lo mal que quieras. Húndete con la guitarra como compañera. Pero luego salta, respira, siente y ríe, que el mundo ya pesa demasiado con sus juegos sobre tus hombros adolescentes.

En definitiva: vive. Porque si cantas con la música, la vida cantará contigo.