26.1.12

Anochece.

Un rostro blanquecino que sucumbe al paso de los años en forma de arrugas y esa casi permanente barba de tres días. Rostro inexpresivo, las manos en el regazo, los ojos de quien ha perdido la ilusión; de quien parece creer que la vida ya no tiene nada que enseñarle; de quien parece creer que ya nada puede sorprenderle; labios  tensos que rehúsan cambiar de posición, voz quebrada entre acordes anodinos de quien parece no saber lo que la vida puede ofrecer; de quien parece no saber lo que pierde. A veces dejas caer una sonrisa de soslayo, y dura, y dura, pero me cuesta arrancártela mucho más que antes, cuando tenías luz, la misma que se va apagando poco a poco y de manera irremediable; la misma luz brillante que ya sólo disfruto en fotos; la misma luz brillante que ya queda allá a lo lejos...

...la misma luz brillante de la que casi no me acuerdo.

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