30.7.12

A estas alturas...

Tantas campañas abogando por la igualdad de género, cultura, raza, sexualidad, clases sociales y demás diferencias, y en pleno S.XXI todavía hay personas que se creen superiores a los demás por poseer determinadas características o bienes. 

¿De verdad "nenaza" o "maricón" siguen siendo insultos? ¿De verdad se sigue creyendo que una persona negra sólo lleva navajas en los bolsillos? ¿De verdad en algunas autoescuelas se sigue cobrando más a las mujeres? ¿De verdad hay gente que continúa eligiendo sus amistades por la cantidad de dinero que tienen? ¿De verdad hay quien todavía se cambia de acera cuando ve un punk o un heavy? ¿De verdad? 

El simple hecho de que tengamos que concienciarnos de que de todo hay en el mundo y de que cada uno es diferente ya da qué pensar, aunque supongo que la balanza se equilibra con el deseo de mejora. El problema viene cuando alguien carece de esa ambición. Todos somos libres de pensar como nos dé la gana siempre y cuando nuestras opiniones no afecten a la dignidad de quienes están a nuestro alrededor, y eso se resume en "la libertad del individuo acaba donde empieza la libertad de los demás". 

Una desgracia no es haber nacido pobre, homosexual, sano, negro, mujer, gitano, flaco, soviético, gordo, chino, bisexual, rico, enfermo, o en las miles y miles de circunstancias en las que se puede nacer. La verdadera desgracia es enorgullecerse de excluir al resto y de con determinada edad no haber aprendido todavía a vivir en sociedad. La verdadera desgracia reside en pedir respeto por lo propio y no darte cuenta de que lo tuyo es también de los demás, y de que si no das, jamás recibirás. Qué fácil es decir "yo soy como soy" y no tolerar que las personas con las que vivimos también sean como son. 

Las campañas deberían concienciarnos pero no hacia quienes son diferentes a nosotros en cosas tan someras, sino hacia quienes se hacen ver integrados excluyendo a otros. Porque eso, le pese a quien le pese, también es violencia.

26.7.12

Al mejor postor.

Gritó cada palabra que había dentro de su ser y no hubo un pincel, un acorde o una claqueta que le dijera que no. Se le desgarró el corazón entre las manos y cayó cada punto y cada coma; cada verso y cada rima. Explotó los tímpanos del mundo callando lo que escondían las yemas de sus dedos y ocultaban sus párpados de primavera. Fue su último suspiro el mayor candado de las ruinas de un cuerpo vacío que se negaba a admitir su existencia. Había vendido su alma, sí, y el efectivo había sido el sentir. El modo de pago se adivinó en precarias ficciones que tallar en maderas de fácil gemir.

Todavía resuenan sus verdades calando su tinta en algún papel, y sus mentiras brillan dolidas en el membrete de una carta que arde sin destino y se firma con el mar que lo vigila.

Había vendido su alma, sí. Y el efectivo había sido el sentir.

14.7.12

Siguiente parada.

Intentaremos que suene convincente antes de que el reloj dé el "tac" definitivo. Volverán a existir el aire y el calor del sol, y nuestros pensamientos serán de nuevo azúcar de un sólo café.

Que no se note que nos importa el sonido del motor.

Miraremos hacia otro lado como si mañana fuéramos a aparecer en ese lugar que adoro los viernes y odio los domingos. Callaremos por costumbre lo que hemos dicho tantas veces sólo porque si por mí fuera me levantaría cada mañana en tu sábado. Y créeme que haríamos del reloj una calabaza que a las doce expulsara el último día de la semana. Embotellaremos una mirada y la soltaremos en el mar. A ver quién la encuentra o si vuelve a por más.

Que no se note que a veces el mundo sobra.

Liberaré tu banda sonora y volveré a encontrar la mía. De vez en cuando una tormenta nos dará un bofetón de recuerdo, de los que hacen sonreír aunque cale hasta los huesos. Lavaré los pinceles y extenderé otros colores, regresaré a mi lienzo aunque siga estorbándome el olor a gasolina. Y volveremos a navegar.

Tal vez algún día nos volvamos a encontrar.

12.7.12

Miau.

Deja que te explique que los bailes no están hechos para su corazón,
que su guitarra teje su alma y esa es su única razón.
Que desoye a la noche,
que actúa por pasión,
que el sonido de sus pasos es un triste colocón.

Que parece estar hecha de la brisa del monte,
y no es sino las brumas del mar al bostezar.
Que le escuece la sal,
que le cuesta creer,
y es el sol quien le tiene envidia cuando la ve enloquecer.

Deja que te explique que sus ojos son monedas de tierra mojada
y que no son sus tobillos los mayores sostenes de su canción,
que su voz lucha muda con la Luna,
y que esa sí que no es su cuna.
Que el tesoro de su mirada lo tiene un nocturno esquirol,
que el tesoro de su mirada, lo tiene el gato rock 'n' roll.