19.11.11

Vamos, dame la mano, seamos libres.

Psst, psst. Ven, sígueme, tonta. No tengas miedo, yo estoy contigo. No, no van a pillarnos, ésta vez no. Las últimas dos noches en tu ausencia me he dedicado a informarme de los turnos de cambio de los guardias y de las reuniones de mis hermanas y mi prometida. Ha salido perfecto, los vigilantes acaban de hacer el relevo y doy fe de que las mujeres de la casa están tomando una infusión en el salón. ¡Así que sonríe, pequeña! Vamos, quítate ya la capucha. Oh, estás preciosa, vaya que si lo estás... no tienes ni idea de lo que hace la luna en tu piel, amor. ¿Que qué quería decirte? Ah, sí, es cierto. Me despistas, amapola, me despistas. ¡Ya sé que no te gusta que sea pasteloso! Lo hago porque sé que te molesta, y estás muy graciosa cuando arrugas así la nariz, flor de primavera. ¡Ya paro, ya paro! Vale, también bajaré la voz... pero dudo que el jardinero pueda escucharme ahora, tiene un affaire secreto con la jefa de cocina y se ven todas las noches. ¡Casi como nosotros! Claro que ellos son más rústicos y... ¡sí, sí! ¡El tema! Estás hoy muy agresiva, corazón, ¡me va a salir un cardenal en el brazo a este paso! Bien, te plantearé el asunto: yo te quiero y tú me quieres. ¡Qué digo de querer! ¡Yo te amo! Así que está claro, ¿no? Fuguémonos. ¡Oh, claro que sí! ¡Sabía que aceptarías! Vámonos ahora, amor. No te preocupes por la ropa, he preparado un carruaje sólo para ti y para mí. Ay, amapola... ¿que no te llame qué? ¿Amapola? ¿Amor? ¿Flor de primavera? ¿Corazón? ¿Mi suerte? ¿Mi razón? ¿Mi vida? ¡Auch! No esperaba un pisotón, pequeña. Adoro cómo te ríes... y cómo me besas. Vamos, dame la mano, seamos libres.

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